miércoles, 18 de abril de 2012

Valle de Sevilla

Quiero escribir sobre la Vírgen del Valle, una de mis pasiones marianas, una de las Dolorosas por las que pierdo el sentío.


La Vírgen del Valle es de autor desconocido aunque muchos lo atribuyen y cada vez con mas certeza a Juan de Mesa, posiblemente sea del siglo XVII. Está ralizada en madera de cedro, Su cabeza se inclina ligeramente hacia la izquierda, Sus ojos dirigen la mirada hacia abajo, para mi son de los mas expresivos de todas las Dolorosas sevillanas. Sus manos abiertas portan normalmente un pañuelo en la derecha y una Rosa de Pasión en oro de ley con piedras preciosas realizada por García Armenta en 1957.




No he sido de la Virgen del Valle desde pequeño, no soy ni hermano de Su Cofradía, nadie de mi familia pertenece a ella, nunca salí en su cortejo penitencial, pero esta Vírgen me atrae, me embelesa. Recuerdo que en mi infancia cuando paseaba por el centro agarrado de la mano de mis padres, no se porque, pero siempre acabábamos entrando en esa descomunal Iglesia, como niño que era mi único objetivo allí era correr y resbalarme por las lozas de aquel enorme Templo, con la consiguiente riña de mi padre. Sin embargo, cuando ya me hice mayor, cuando paseaba por el centro ya sin mis padres, en mi faceta Cofrade, como reviviendo aquellos tiempos de niñez, yo seguía entrando, y ahí, solo ante Ella una y otra vez es donde empecé a sentir auténtica pasión por la Vírgen del Valle, hoy en día como siguiendo una continuación sigo entrando siempre que estoy por allí en la Iglesia de la Anunciación, ahora ya no agarrado de la mano de mis padres, sino agarrando de la mano a mi hijo. Su cara, Sus maravillosos ojos, esos que miran hacia abajo resignados ante tanto dolor me siguen atrayendo y me atraerán siempre, ir a verte a tu altar fué, es y seguirá siendo una tradición para mi, sea cual sea la época del año en la que estemos no puedo pasar por tu puerta y no entrar a verte y a rezarte, permíteme siempre que vaya hacia Ti como hasta ahora, con renovado entusiasmo, que el ir a verte nunca sea una costumbre, que siga siendo una historia de amor, el amor que yo, tu hijo, le tiene a su Madre, un amor sincero y firme que al mismo tiempo me hace acercarme a Tu hijo.








Os dejo los versos que Antonio Rodríguez Buzón le dedicó en su pregón a la Vírgen del Valle:


Señora, vengo a pedirte,
la rosa que va en tu mano;
yo te la devolveré
sin espinas y sin clavos;
sin nada que te recuerde
la pasión del Hijo amado;
sin sombra alguna de pena
ni reflejo amoratado;
sin el puñal que dejó
tu corazón traspasado;
sin pétalos de tristeza,
y sin aroma quebrado.

Señora, vengo a pedirte,
la rosa que va en tu mano;
en tu mano de azucena,
de estrella, jazmín y nardo,
de cristal y agua serena,
de miel, de cera y de sándalo
de lágrimas y sonrisas,
de jaspe, de brisa y mármol
de canciones sin sonido,
de vuelo azul desplegado,
de celestiales ternuras
y de requiebros trenzados.


Señora, vengo a pedirte,
la rosa que va en tu mano,
y que yo te cambiaré
por todo un jardín cercado,
de oraciones y suspiros,
de fuentes y arroyos claros,
de plegarias encendidas,
de albas, nocturnos y ocasos,
de música conmovida,
de rama de flor y pájaro,
de hojas doradas al viento
y de clavel sevillano.

Para eso vengo, Señora,
a tu dolor soberano;
para dejar entre lágrimas
al pie de tu altar, postrado,
mi latir y mi sentido,
y mi corazón cansado,
y mi devoción entera,,
y mi fervor desbordado,
y mi Salve estremecida,
y mi verso entrecortado,
a cambio de que me des
la rosa que va en tu mano,
y que yo te tornaré
sin espinas y sin clavos,
en el aire de Sevilla
por tu gracia iluminado,
cuando se duerme la tarde
sublime, de Jueves Santo.


¡Vengo a pedirte, Señora,
la rosa que va en tu mano!

Antonio RODRÍGUEZ BUZÓN

No hay comentarios:

Publicar un comentario